Sobrados son los ejemplos y estudios que aseguran y demuestran el éxito de la capacitación de personal de una empresa. No solo para los empleados que se profesionalizan, sino también para las organizaciones empleadoras, logrando un personal idóneo y actualizado.
Si lo que se busca es específicamente atraer más clientes y aumentar las ventas, lo lógico es enfocar la capacitación al marketing, o, traducido al español, al mercadeo o la mercadotecnia. Se trata de la ciencia abocada a investigar, generar y brindar valor para responder a las demandas específicas del mercado.
Con fines lucrativos. La capacitación de personal de una empresa en el área de Marketing es crucial. Los empleados trabajan para identificar los anhelos y necesidades de un público objetivo, un grupo particular de consumidores o clientes.
Una vez detectado el producto o servicio que ese público necesita, los empleados elaboran un plan de comunicación y publicidad, con el que buscan atraer y cautivar a los posibles interesados y vendérselo. Y es fundamental que sepan cómo hacerlo.
Conocidos como las 4p’s del marketing o Marketing Mix, existen cuatro conceptos básicos y elementales en toda estrategia de marketing. De su equilibrio depende incidir y conquistar al público objetivo, mientras que de la capacidad del personal para definirlos, la posibilidad concreta de aumentar las ventas. Se trata del precio, la plaza, el producto y la promoción.
El precio de lo que se pretende vender
Se refiere a la cantidad de dinero que el cliente está dispuesto a pagar por un producto o servicio. En términos de ventas, su importancia radica en ser uno de los elementos a los que el público le presta mayor atención a la hora de comprar.
La gran oferta y competencia en el mercado online lo ha vuelto aún más determinante. Navegando por Internet, las personas pueden comparar el precio de miles de productos y obtener el más barato.
Al momento de definir el precio del producto o servicio, la empresa tiene que considerar los gastos. El dinero que debió invertir desde el momento en que se ideó hasta la recepción del mismo por parte del comprador. Incluye el salario, los empleados que participaron, el pago de trámites e impuestos, el costo de los materiales utilizados y todo aquello que hizo posible su producción.
En segundo lugar, la compañía debe considerar a quiénes lo van a pagar los compradores, determinar hasta cuánto son capaces de pagar, por eso que ofrece. Los consumidores
evalúan el posible gasto en función de lo que creen que valió hacerlo y los precios de referencia en el mercado. Entran en juego el rubro del producto, el ofrecimiento del resto de las empresas y el precio histórico, entre otros criterios.
El tercer factor para fijar el precio es la competencia. Es indispensable saber qué precio le ha puesto la competencia a un producto o servicio igual o similar. No solo para enfrentarla, sino también para tener un parámetro.
Como cuarto punto, la compañía deberá contemplar las variables de inflación y deflación. En función de estas, puede que el precio del producto varíe al ritmo de la economía del país o mercado donde comercialice.
La plaza en la que será ofrecido a la venta
Se trata del modo en el que el producto o servicio será ofrecido a la venta, el local físico o virtual en el que será comercializado o a los canales de distribución que se emplearán para hacérselo llegar al consumidor final. El puente entre la empresa y el cliente.
Este canal de comercialización puede ser propio o tercerizado. Es decir, la compañía puede hacerse cargo de la entrega o puede contratar a otra para que lo haga.
Este procedimiento intermedio involucra la manipulación del producto, su almacenamiento, su traslado y la logística de pedido y entrega. Desde que sale terminado de la fábrica hasta llegar en perfecto estado a manos del comprador. Según quienes intervengan, este proceso puede ser directo, corto o largo.
El canal directo implica que el mismo productor o fabricante es el que entrega el producto o servicio, sin intermediario alguno. Es el caso de los puntos de comercialización dentro de las fábricas, y también de determinados oficios o profesiones de prestación de servicios, como por ejemplo, peluqueros, diseñadores, maquilladoras y odontólogos son algunos ejemplos.
El canal corto refiere a la plaza en la que participa un solo intermediario. En esta fórmula, el fabricante se lo entrega al comercio minorista a donde el consumidor final puede ir a comprarlo. Es el caso de las concesionarias de autos, los supermercados y los viveros, entre otros.
Finalmente, el modelo de canal largo implica al menos cuatro partícipes en la comercialización. El productor o fabricante entrega la mercadería a un comerciante mayorista, y este lo transporta hasta un local minorista donde es ofrecido a los consumidores finales. Un ejemplo de ello es un producto alimenticio que va de la fábrica al mayorista y de este a la góndola de un mini mercado o almacén.
El producto que se vende y su promoción
El producto y la promoción son las últimas P del Marketing Mix. El primero se trata de las características del producto que se está poniendo a la venta. De atributos tangibles como el tamaño, la forma y los colores con los que fue confeccionado. De las variables que lo hacen adecuado y aceptado por el público que lo demanda.
Pueden ser estacionales, como los adornos de navidad o los trajes de baño o permanentes, como los alimentos manufacturados. A diferencia de los productos tangibles, los servicios ofrecidos son heterogéneos. Mientras el primero es el mismo para todos los clientes, el segundo puede variar. Además, en función del consumidor, pueda cambiar de forma, tiempo o características.
La promoción hace referencia a las estrategias que se implementan para hacer conocido el producto o servicio. A las tácticas que se ejecutarán en materia de publicidad y comunicación para divulgarlo. Para que los consumidores sepan de su existencia y quieran tenerlo.
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