Aumentar la inclusión digital de las mujeres puede impulsar la recuperación económica en la postpandemia
La conectividad digital podría ayudarnos a cerrar la brecha de género en el mundo laboral y esto representaría un aumento del 35% del Producto Interno Bruto (PIB) en el mundo, de acuerdo con estimaciones del Fondo Monetario Internacional. Políticas públicas que ayudan a cerrar la brecha digital de género no solamente contribuyen para la creación de sociedades más justas e inclusivas, son una oportunidad para acelerar la recuperación económica en la postpandemia y promover un desarrollo más sostenible.
La conectividad digital no es solo cuestión de infraestructura técnica. Es un recurso para mejorar la vida de las personas, la calidad de las instituciones y la prosperidad de las economías. Es una herramienta estratégica para posibilitar el funcionamiento de las sociedades ante crisis como la provocada por el COVID-19. Es un derecho humano habilitante de salud, educación, trabajo y servicios públicos. Es una de las más poderosas tecnologías que el mundo haya visto. Sin embargo, a menos que las mujeres puedan hacer un uso significativo de Internet, la brecha de género en el mundo digital es una barrera para el desarrollo, una alerta de peligro para la recuperación económica y una oportunidad perdida.
El tamaño de la brecha digital de género en el mundo y en América Latina y el Caribe
Actualmente, el mundo se encuentra atravesando una compleja crisis de inclusión digital en la cual muchos sectores siguen rezagados en el uso eficaz de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) para participar en el mercado laboral, acceder a servicios y comunicarse.
El hecho de que 37 % de la población mundial jamás ha utilizado Internet (UIT 2021), nos muestra cuán grave es esta crisis. Entre las múltiples poblaciones excluidas, las mujeres se encuentran desproporcionadamente afectadas. Esto se ve reflejado en el hecho de que los hombres tienen al menos un 10 por ciento más de probabilidad de estar en línea. Este porcentaje aumenta al 52 por ciento en los países en vías de desarrollo y cuenta con marcadas variaciones según la locación, nivel de ingreso, edad, discapacidad, entre otras variables.
En América Latina y el Caribe (ALC), si bien el acceso a Internet básico tiende a la equidad de género, la brecha entre mujeres y hombres crece abruptamente cuando se desagregan los datos. Por ejemplo en algunos países alcanza el 18 por ciento a nivel nacional y el promedio considerando zonas rurales supera el 37 por ciento.
Además, a medida que se actualiza el mecanismo de medición, la diferencia es más profunda aún. Tal es el caso de Colombia, donde si bien la brecha digital de género en el acceso a Internet básico es casi cero, las mujeres experimentan una conectividad de segunda categoría. Cuando se mide el acceso significativo a Internet, es decir, posibilidad de uso diario, disponibilidad de dispositivos apropiados con suficientes datos y conexión rápida, la brecha es del 16,9 por ciento (Web Foundation 2020).
Al ver la película representada por estos datos, puede observarse que los progresos son demasiado lentos ya que desde 2011 la brecha de género solo se ha reducido en medio punto porcentual (A4AI 2020). Mirando hacia el futuro los datos tampoco son alentadores, pues se estima que en los próximos cinco años el número de mujeres conectadas a Internet en los países de ingresos bajos y medios pasará de poco más de un tercio a casi la mitad. A este ritmo, estaremos lejos de alcanzar la igualdad de género en la cantidad de personas usuarias de Internet de banda ancha establecida por la UN Broadband Commision para 2030.
Eliminar estas diferencias, posibilitando que las mujeres adopten de manera eficiente las nuevas tecnologías digitales, implicará no sólo garantizar el ejercicio de derechos, sino que está directamente relacionada con el aumento de la productividad económica, evitar que esta falta de inclusión digital profundice otras brechas de género y cuidar logros alcanzados en equidad de género.
Cerrar la brecha de género digital es construir un puente hacia el desarrollo
Cerrar la brecha de género en el mundo laboral representaría un aumento del 35 por ciento del PIB (FMI, 2018) y las tecnologías digitales son uno de los caminos que nos acercan a este objetivo.
Diversos estudios han demostrado que las tecnologías digitales aumentan la actividad económica de las mujeres mejorando el acceso a los mercados, los servicios y la información, y que las economías con mayores niveles de actividad empresarial femenina son más resistentes a las crisis financieras (McKinsey 2015). Asimismo, la economía gig (con fuerte presencia en plataformas tecnológicas) puede expandir las oportunidades de empleo para las mujeres al presentar opciones con alta flexibilidad, reducir las barreras de entrada en sectores considerados tradicionalmente masculinos y facilitar el acceso a clientes o a redes internacionales (BID 2019).
La exclusión de mujeres del mundo digital impacta directamente sobre el Producto Interno Bruto (PIB) de los países, ya que reduce los impuestos que los gobiernos podrían cobrar para reinvertir en salud, educación y en las prioridades de cada comunidad. Según un estudio de la A4AI (2021) realizado en 32 países, en los últimos 10 años se han perdido 1 billón de dólares en PIB de la exclusión de las mujeres del mundo digital. Esta pérdida en la productividad representa, a la vez, 24 mil millones de dólares que podrían haberse traducido en ingresos fiscales para estos gobiernos, con base en las relaciones impuestos-PIB actuales.
Estudios sectoriales llegan a conclusiones en el mismo sentido. Por ejemplo, un análisis de la FAO (2010) concluyó que las tecnologías digitales pueden atraer a más mujeres a la agricultura y permitir su crecimiento al proporcionar información sobre la oferta y la demanda, técnicas de cultivo, precios, clima y transporte; proporcionar acceso a servicios financieros digitales y a una comunidad de agricultores, cooperativas y mercados. Si las agricultoras tuvieran el mismo acceso a los recursos que los varones, la producción agrícola en los países de ingresos bajos y medios aumentaría entre un 2,5 y un 4 por ciento, lo que puede llevar a una reducción del 12% al 17% en el hambre mundial.
Por eso es que, desde la estrategia Visión 2025, el BID ha elegido los temas de digitalización y de promoción de la igualdad de género y diversidad como oportunidades clave para enfocar sus esfuerzos para poder acelerar la recuperación económica en ALC.
Por otro lado, eliminar la brecha de género digital implica evitar que se profundicen otras brechas de género, como la salarial o la de inclusión financiera y contener los efectos que la pandemia ha tenido en términos de equidad de género ya que, por ejemplo, se ha evidenciado un retroceso de 30 años que ha provocado la pandemia en la composición de la fuerza laboral. Los indicadores de participación laboral femenina en el segundo semestre de 2020 muestran registros cercanos a los de 1990 (BID, 2021).
Principales dimensiones de la brecha de género digital
La brecha de género digital se refiere básicamente a las diferencias entre hombres y mujeres en el acceso y uso significativo de la conectividad digital. Abordarla “significa considerar todas las formas en que las mujeres tienen menos posibilidades de utilizar y de beneficiarse de Internet” (Web Foundation 2020).
Existen dos principales dimensiones de la brecha de género digital:
1. Acceso significativo a conectividad digital
Gran parte de los datos disponibles para identificar brechas de acceso a Internet reflejan una medición basada en el “haber utilizado internet de cualquier modo en los últimos tres meses”. Sin embargo, no cualquier tipo de conectividad es útil. Cuando consideramos el acceso “significativo” a Internet, es decir, un acceso que habilita sus funciones más poderosas, como el aprendizaje en línea, la publicación de videos y las consultas médicas en línea, el escenario empeora abruptamente.
¿Qué implica la conectividad significativa?
Umbrales mínimos en cuatro dimensiones: El uso diario es el umbral mínimo de la dimensión uso habitual; el acceso a un teléfono inteligente, el de un dispositivo apropiado; la banda ancha ilimitada, el de datos suficientes; y conectividad móvil 4G, el de conexión rápida.
Retomando el caso de Colombia, mientras que el número de mujeres y hombres en línea es casi equivalente (siendo la brecha del 0,9%), los varones tienen una conexión de mejor calidad, mejores dispositivos, mayor velocidad, más datos y más regularidad en el uso de internet. Por ejemplo, el 51% de los hombres tienen conexión 4G en comparación con un 36% de mujeres.
Brecha de género en el acceso a la conectividad: Caso de Colombia
2. Uso significativo de la conectividad digital
Según The Inclusive Internet Index 2021, en los últimos años la brecha digital que separa a quienes tienen conectividad significativa de quienes tienen conectividad mínima se ha reducido, aunque a un ritmo inaceptablemente lento. Pero, curiosamente, también ha cambiado de carácter. Lo que alguna vez fue una brecha marcada por una cobertura de red insuficiente, se ha convertido en muchos lugares en una “brecha de uso” marcada por personas que no pueden, no quieren o no están interesadas en usar Internet.
Dicho índice revela una disminución significativa de la “buena disposición” (medida en función de las habilidades digitales y las percepciones de las personas sobre la confianza y la seguridad en línea) y de la “relevancia” (medida en función del valor que las personas asignan al contenido disponible para ellas en línea). Las mujeres tienen menos probabilidades de crear contenido cuando se conectan. Los hombres son más propensos a participar en actividades en línea que implican publicar comentarios sobre política, asuntos sociales o problemas económicos, vender productos o publicitar un servicio, o publicar una entrada de blog.
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Es más probable que un hombre utilice el teléfono móvil y sus aplicaciones para enviar correos electrónicos, acceder a los servicios de banca electrónica y buscar información sobre noticias que una mujer. También, ellos hacen un mayor uso de Internet para actividades que tienen que ver con el trabajo y con trámites administrativos y de gobierno, observándose brechas de 11 y 7 puntos porcentuales, respectivamente (BID 2020).
Además, la participación de mujeres en la economía gig es muy reducida en comparación con la de los hombres, y encuentra un patrón de segregación ocupacional del mercado laboral digital: es más probable que los varones trabajen para servicios de taxis y que las mujeres realicen tareas de compra/entrega de artículos para el hogar o servicio de limpieza (BID 2020).
A estas dos dimensiones de brechas de acceso y uso se le suma el hecho de que las mujeres tienen menos probabilidades de estar empleadas en el sector de la tecnología y cuando lo están, se enfrentan a una brecha salarial media de género del 21 por ciento, lo que es significativamente mayor que la brecha salarial media de género del 16% para la economía en general (OIT, 2019). Además, esto convive con marcadas brechas en la participación en los campos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas y una brecha en el liderazgo de mujeres en el sector tecnológico, tanto en el ámbito público como en el privado.
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